Disponemos de cañas y carretes algo más capaces, equipos más ligeros y potentes; contamos con el fluorocarbono, que nos facilita las cosas; los flotadores se fabrican en foam, prescindiendo casi del “vintage” corcho…por lo demás, pesco sargos con una técnica similar a la que empleaba hace 20 años y que mis maestros dominaban hace 40 años. Y los sigo engañando porque he cogido experiencia, pues sin duda ahora hay muchos menos ejemplares que hace 20 años (y no digo hace 50 temporadas…); y disfruto pescándolos bajo diferentes condiciones, desde pedregales bajos a prominentes acantilados.
Las boyas, en sus variantes más populares: forma de pera(estables y con gran equilibrio entre retención y sensibilidad), de campana y peonza ( para mares bastante batidos) o de puro (largas trayectorias, buen lance desde altura, estables). Vamos, lo normal y corriente en el desempeño ortodoxo de esta disciplina.
Como principio queda establecido que cuanto más ligero sea el flotador, mejor. Una teoría tan simple puede llevarnos a error, pues dependerá del diseño del mismo. Como disponemos de una gama más bien reducida de formatos adaptados a la pesca en rompientes (he descartado, tras su prueba, las veletas y wagglers, por su menor visibilidad y los problemas con las corrientes y mar de fondo), pues buscaremos un equilibrio entre la plomada que precisamos y el tamaño de la boya.
Si pescamos desde un acantilado que da a una zona mareal de cierto fondo y hay mucha resaca, precisaremos plomear de forma intensa para evitar que cebo se mueva lejos de la vera (donde suelen pegarse –literalmente- los mejores ejemplares). Es lo que llamamos “pescar a bravo”. Y deberemos meter perdigones de hasta 8 gramos, cuando suelo emplear, en la mayoría de ocasiones, un máximo de 3-6 gramos.
Pero si los sargos entran en una zona somera y no hay mucha corriente –mares de verano), interesa usar componentes muy tenues, como una boyita de 5-9 gramos y perdigones ligeros (de 0,8 -1,6 gramos), incluso pescando sin plomear.
Para la mayoría de las ocasiones y mares que busco suelo tirar de boyas de unos 10 gramos, como la de la foto. Y plomeo también de forma ligera, con los clásicos de 1,6-2 gramos, no preciso más.
Recientemente he visto unos modelos que son muy similares, algo más ligeras, todas fabricadas por artesanos muy especializados. El color rojo claro intenso (ideal para mar “blanca” y de día) o el anaranjado ( se ve muy bien con poca luz) serán excelentes indicadores, que precisamos sobremanera en esta disciplina.
De los plomos no nos podemos fiar, pues todos los “perdigones” acaban deslizándose. Para evitarlo, un stopper y “pas de problemes”...
Sigo empleando la curva cristal (sobre todo los Mustad 515N) en nº mínimo de 1/0 para otoño-invierno. Cara ala pesca estival, y usando cebos como la pulga, puedo bajar al nº 2.
Pero también son adecuados los formatos limerick y los curvos, dotados de mayor resistencia. El inconveniente con estos diseños es que, pero al estar la tija descentrada, el cebo – sobre todo la gamba, que tanto empleo- la resistencia es menor. Por ese motivo opto por los “cristal”, no por otro.
El fluorocarbono fue una revolución. Yo lo noté de forma contundente cuando empleamos los primeros que vimos en el mercado. Pero a base de pruebas al final reconozco la calidad -en diámetros finos- de seaguar. El que aúna más cualidades es, para mí gusto, el Grand Max FX. En la foto veis el FXR, un tanto más rígido (diseñado para pesca vertical a fondo), pero bueno, he de renovar el material e intentaré conseguir el Grand Max FX.
Conecto la línea madre y el terminal mediante la interposición de un emerillón (si bien un buen nudo “uni to uni” es una solución correcta), eligiendo numeraciones muy reducidas.